jueves, 20 de febrero de 2020

En busca del enamorado (3)



     Una vez de regreso a su ciudad, nuestro enamorado sufrió un nuevo revés del destino. Otra mujer que se encaprichó de él, le retuvo en su ciudad, precisamente la misma en la que nació el escritor de esta novela cuyo comienzo puedes leer a continuación:

El cuerpo de Ulises Adsuara apareció flotando en la bahía un domingo de agosto a las dos de la tarde cuando la playa estaba llena de gente. Las olas, que en ese momento eran suaves, lo fueron sacando a tierra boca arriba desde alta mar y al principio sólo era un punto oscuro que se divisaba más allá del rompiente del segundo espigón, por eso muchos bañistas lo confundían con un palangre o un madero, pero después su forma se fue concretando y finalmente comenzó a flotar con los brazos abiertos entre la multitud que chapoteaba en la orilla.

Nadie habría reparado en aquel cuerpo si hubiera ido en traje de baño ya que la suavidad de su vaivén era parecida a la de esos nadadores que se hacen el muerto, pero en este caso se trataba de alguien que nadaba vestido con esmoquin, pantalón gris negro con cinta de seda, fajín, camisa blanca, corbata de lazo y zapatos de charol. También llevaba una flor silvestre en el ojal que el oleaje no había logrado arrancar. Hubo un momento en que su mano crispada rozó el costado de una chica cuando ya el ahogado venía flotando entre los bañistas más alejados de la orilla y el reproche que la chica le lanzó de repente se convirtió en un grito de pánico que alertó a cuantos estaban alrededor y que enseguida se multiplicó en unas voces de auxilio o de terror cuando finalmente la gente se dio cuenta de que estaba nadando junto a un muerto.

Anota en tu cuaderno de investigador la ciudad en la que nuestro enamorado estuvo retenido

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