Fueron unos días atroces aquellos de su enfermedad, unos días de tortura increíble. Estaba en mi mano dejarlo morir, aún más, hacerle morir sin que nadie lo sospechase, sin que de ello quedase rastro alguno.
La primera vez
no te conocí.
La segunda, sí.
Dime
si el aire te lo dice.
Mañanita fría
yo me puse triste,
y luego me entraron
ganas de reírme.
No te conocía.
Sí me conociste.
No me conociste.
Ahora entre los dos
se alarga impasible,
un mes, como un
biombo de días grises.
La primera vez
no te conocí.
La segunda, sí.
no te conocí.
La segunda, sí.
Dime
si el aire te lo dice.
Mañanita fría
yo me puse triste,
y luego me entraron
ganas de reírme.
No te conocía.
Sí me conociste.
No me conociste.
Ahora entre los dos
se alarga impasible,
un mes, como un
biombo de días grises.
La primera vez
no te conocí.
La segunda, sí.
("En el instituto y en la universidad", Federico García Lorca)
Desde antes del instituto y de la universidad nos conocíamos, aunque hubo años de distanciamiento y separación. La tercera letra de mi nombre es precisamente la única vocal que no aparece en el verso séptimo de este poema, que habla también de la amistad.
Si quieres leer más poemas de Federico García Lorca, pincha AQUÍ
No hay comentarios:
Publicar un comentario